domingo, 13 de marzo de 2016

¡LAS MONEDAS DE ORO!

Esta es una leyenda típica de Córdoba que se escucha en todas las zonas de la ciudad. Se cuenta sobre una antigua casa del centro de la ciudad que se dice está encantada y que en ella hace mucho tiempo vivía una familia acomodada que tenía una hija pequeña y varias criadas a su servicio. Una noche mientras la niña dormía escuchó unos ruidos en el pasillo, abrió lentamente la puerta de su cuarto para mirar el pasillo que comunicaba los cuartos, era un corredor largo y oscuro, lleno de cuadros y enlosado. Al final del pasillo podía verse a un pequeño niño levantando una de las losetas y metiendo algo dentro de un hueco en el suelo.
La niña no podía creerlo, lo que vio relucir en la mano del muchacho al pasar por la tenue luz que entraba por la ventana eran monedas de oro. Cuando el niño se fue salió y se dirigió hacia allí; entonces apareció una de las criadas con una vela enorme que también había visto lo que había pasado y quería sacar partido. Decidieron que no dirían nada a nadie. Después de aquel hecho, todas las noches la niña, que por su tamaño cabía dentro, se metía en el hueco bajo la loseta e iba dando monedas a la criada, quien las guardaba en un enorme saco. Las noches pasaban y aquel tesoro parecía no acabarse nunca. Cada noche que pasaba la vela iba consumiéndose más y más, pero las monedas seguían saliendo a pares y no querían dejar ninguna.
Una noche en medio de su labor la vela comenzó a parpadear estaba a punto apagarse, así que la criada le dijo a la niña que saliera del hueco. La niña le hizo caso y abandonó el escondrijo, pero en el último momento una moneda cayó del saco al hueco y, en un acto de avaricia, la muchacha se metió de nuevo en el hueco. La criada quiso sujetarla, pero no le fue posible, con desesperación le insistía que saliera ahí, que dejara la moneda atrás, pues ya tenían suficientes, pero la niña no atendió y la vela dejo de iluminar. En el momento justo en que el último rayo de luz salió de la vela la loseta se cerró ante los ojos de la criada dejando a la niña dentro. La criada decidió no decir nada a nadie, los padres dieron a la niña por desaparecida y el tema se fue olvidando con el tiempo.
Pero aún en la actualidad dentro de esa casa se siguen oyendo por las noches los gritos de auxilio de la niña que repiten noche tras noche en el pasillo – Por favor… socorro… sáquenme de aquí -. 
Incluso la policía ha acudido multitud de veces ante la llamada de los vecinos que oían voces pidiendo ayuda, pero al llegar al viejo caserón lo único que siempre han encontrado es una vela vieja y consumida puesta justo en el centro de una loseta…

¡EL COLUMPIO DEL DIABLO!

En la frontera de Hidalgo con Querétaro se encuentra el municipio de Tecozautla, conocido por sus buenas cosechas de nopal, guayaba y aguacate. Con una tranquila vida rural poco llega a saberse de este Ayuntamiento a menos que sucesos extraordinarios como en que relata esta leyenda sucedan.
Cuenta la gente del lugar que a nadie le gusta salir por las noches, ya que de camino a Zimapán es inevitable encontrarse con dos peñas entre las que hay un pequeño llano, un lugar marcado por los seres malignos. Pues en punto de la media noche, se escuchan los funestos quejidos de un hombre que pareciera estar agonizando.
Se dice que esta historia fue verificada, por un par de compadres que un día transitaban por aquel lugar. Esa noche escucharon algo, movidos por la curiosidad, los compadres se dirigieron al lugar de donde venían los gritos pero conforme pasaban los segundos su sentir se volvió en terror pues lo que oían eran quejidos de alguien que sufría un dolor insoportable.
Al llegar hasta el llano se encontraron con una escena sorprendente y aterradora, un hombre se columpiaba en una cuerda que estaba sostenida de la punta de las dos peñas, su rostro era tan pálido como si la poca piel que tenía en él se hubiese fundido con el hueso y no dejaba de gritar. Provocó en las personas un terrible miedo que los heló hasta los huesos y erizó sus cabellos.
Paralizados no daban crédito a lo que sucedía, de pronto  una luz rojiza e intensa rodeo al hombre que se mantenía columpiándose, prendiéndolo en llamas entre las cuales se distinguía un ser que abrazaba al desdichado, hasta que se volvió cenizas.
Mudos ante el hecho, con los dientes apretados, y los cabellos de punta salieron despavoridos de aquel lugar, pero cuando lo hicieron fueron sorprendidos por la muerte por haber presenciado un encuentro con el Diablo al que no los habían invitado.
Dicen que aquel hombre que se mecía en el llano era un hacendado de la región que un día vendió su alma al Diablo por riquezas y que esa noche el mismo Diablo vino por su alma que durante mucho tiempo anduvo en pena en el mundo de los vivos. Desde aquel día los lugareños llaman al lugar El columpio del Diablo.

¡LA CABAÑA!

En una cabaña en las afueras de la ciudad de México, un grupo de jóvenes se fueron a celebrar con tragos,algo de comida su graduación.
Este lugar solo contaba con dos divisiones, en uno de los espacios era el gran salón, donde se llevaría a cabo la fiesta y el otro cuarto de la cabaña, era una habitación llena de literas para poder dormir luego del reventón.
Sin embargo nadie pensó que aquella noche, ese lugar fuese el elegido para que se lleve a cabo una de las peores historias de terror que un grupo de jóvenes tendrían que contar unos días después.
Sucede que una pareja de novios fue a dormir a una de las literas y una joven llamada “Lorena” se fue a dormir también pues no tenía ganas de divertirse, cuando de pronto la muchacha empezó a ser jaloneada, la pareja no se daba cuenta de lo que sucedía al otro lado del cuarto.
Hasta que Lorena empezó a ser alzada por una fuerza invisible, la cual la jaló por el cuarto, la pareja salió gritando y corriendo, todos salieron de la casa, pero al percatarse que su amiga no estaba entraron a la cabaña y la hallaron sin pulso.