México es un lugar lleno de mitos, historias y fabulosas leyendas de terror, desgraciadamente, con el paso del tiempo estos maravillosos relatos han llegado a convertirse para muchos, en un recuerdo inútil que no sirve más que para abandonarse en un rincón.
Pero no debemos pasar por alto que esto es una parte importante de nuestra cultura, de nuestra esencia, por eso, hoy rescataremos desde la época colonial la ¡LEYENDA DE LAS BOLAS DE FUEGO!
Y recordaremos como en aquellos tiempos, la gente tenía la creencia de que los brujos podían convertirse en cualquier animal durante las noches de luna llena, y surcar los cielos semejando inmensos círculos ardientes.
Para lograr la transformación, los hechiceros realizaban rituales por cuatro noches seguidas, y una vez logrado su cometido, se metían en las chozas para chupar la sangre de los más pequeños. Las personas se daban cuenta de su cercanía, porque las bolas de fuego resplandecían y su tétrico brillo se colaba por las rendijas de las humildes casas, llenando a todos de espanto y teniendo como único alivio encomendarse al Señor.
Pues estas famosas esferas malignas aterraron en los tiempos mencionados a todos los pobladores de la región de Tlatempa, Puebla. Tanto era el temor, que al caer la noche las buenas gentes se recogían en sus casas, se santiguaban una y otra vez, encomendándose a todos los santos de su devoción, tratando así de proteger a sus hijos de aquel maleficio. Pero no había forma de detener a estos practicantes de las artes oscuras, penetraban en las casas sin dificultad para llevarse alguna víctima, que luego ofrecían como sacrificio al mismo Diablo...
Como si este mal fuera poco, no había persona ajena a este territorio que creyera en sus relatos, calificaban de inventos todas esas brujas, y cualquier otra clase de seres infernales que los habitantes de Tlatempa quisieran dar a conocer.
Fueron atormentados mucho tiempo por aquellas bolas de fuego y no recibieron ayuda alguna, su procedencia sigue siendo un misterio, pues así como un día aparecieron, igual se fueron y todos continuaron con sus vidas, tratando de superar la pérdida de sus hijos...
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