La leyenda cuenta que en el año 1896, Robert Eugene Otto, un pequeño niño que vivía junto a sus padres en una casa de la localidad de Key West, Florida, Estados Unidos, recibió un regalo que le hizo una criada de la servidumbre: un muñeco de tres pies de altura, relleno con paja, cosido con alambre y vestido con un traje blanco de marinero. El niño, a quien sus padres llamaban simplemente “Gene”, bautizó de inmediato al muñeco con su propio nombre, Robert.
Lo que el pequeño niño y sus padres no sabían era que el personal de la servidumbre, criados negros traídos de la isla de las Bahamas, eran practicantes de vudú y magia negra, cosa habitual en algunas comunidades caribeñas, y que el muñeco no era tan inocente como aparentaba. Como sea que fuere, desde el primer momento el niño se encariñó en demasía con el muñeco. Hablaba con él y procuraba no separarse de él en ningún momento...
Pero los padres de Gene, que pensaban que Robert era una especie de amigo imaginario, comenzaron a preocuparse cuando comenzaron a escuchar a su hijo hablando con alguien más, mientras se encontraba encerrado solo en su habitación, como si alguien más aparte de él se encontrara en su pieza. Al mismo tiempo, los vecinos afirmaban que cuando la familia Otto salía de la casa, veían al muñeco asomándose por las ventanas de la casa, como si el juguete hubiera comenzado a moverse por sí solo. Para empeorar las cosas, el niño comenzó a experimentar atroces pesadillas al tiempo que les contaba a sus padres que Robert había comenzado a moverse por cuenta propia. En una ocasión, mientras el niño dormía, se escuchó un estruendo en su habitación. Cuando sus padres fueron a verlo encontraron la mayoría de los muebles volcados y al muñeco tirado al pie de la cama. Cuando le preguntaron a su hijo por qué había hecho eso, éste les respondió llorando: “No fui yo, fue Robert”.
Sospechando que algo extraño pasaba con el muñeco, los padres del niño decidieron sacar el juguete de la pieza del niño y dejarlo tirado en un rincón del ático de la casa. No quisieron botarlo, pues su hijo se había encariñado demasiado con él. Con el paso del tiempo, Robert quedó arrumbado en ese lugar, cubriéndose de polvo.
Años más tarde, muertos los padres de Gene, éste, convertido en un pintor, recibió como herencia la casa donde había pasado su infancia, así que decidió mudarse a su nuevo hogar en compañía de su flamante esposa. Quería aprovechar el amplio espacio de su antigua vivienda para poder pintar sin problemas y, sobre todo, darle un adecuado uso al bello mirador de la casa, una bella torre de madera de tres pisos.
No pasó mucho tiempo cuando Gene descubrió en el ático a Robert, su olvidado compañero de juegos. De inmediato lo rescató del polvo y lo instaló en el mirador. A partir de ese momento, el estrecho vínculo que había entre el otrora niño y su muñeco volvió a hacerse presente, lo que provocó un clima extraño y ominoso en la casa...
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